Este domingo 1º de setiembre se conoció el fallecimiento de uno de los intelectuales más reconocidos de Costa Rica: Samuel Rovinski, gran amigo de la familia con quien habíamos incrementado los lazos amistosos gracias a nuestro amigo común el pintor Carlos Poveda. Recientemente, don Samuel y su esposa Sarita estuvieron en el restaurante Estación Atocha (queda al lado de su casa), compartiendo la cena con Gidon Kremer, el violinista más famoso del mundo, quien vino al 23 Festival de Música Credomatic. Para doña Sarita, sus hijas y demás familiares, nuestras sentidas condolencias.
Escritor costarricense, autor de una extensa obra teatral y narrativa; además, con una notable producción como guionista para cine y televisión. Ejerció su profesión en ingeniería civil, pero se dedicó por entero a su labor literaria durante muchos años. Ejerció la docencia universitaria y desempeñó importantes tareas oficiales relacionadas con la actividad cultural y diplomática. Tuvo a su cargo la subgerencia del Sistema Nacional de Radio y Televisión de Costa Rica, la dirección del Instituto Centroamericano de Educación Audiovisual (icea) y la del Teatro Nacional de Costa Rica. Su obra literaria fue reconocida y galardonada con el Premio Nacional Aquileo J. Echeverría en las ramas de teatro, cuento y novela. Sus obras de teatro han sido representadas en numerosas ocasiones, tanto en Costa Rica como en el exterior. Entre sus títulos principales están Gobierno de alcoba (1967),El laberinto (1969), Las fisgonas de Paso Ancho (1971), Un modelo para Rosaura (1974), El martirio del pastor (1982),Gulliver dormido (1985), Génesis (2006). No menos rica es su obra narrativa, en la que figuran obras como La hora de los vencidos (1963), La pagoda (1968), Ceremonia de casta (1976), Cuentos judíos de mi tierra (1982), Herencia de sombras (1993), El dulce sabor de la venganza (2000). Selecciones de su narrativa y de su obra teatral se han traducido al inglés, al francés, al alemán y están recogidas en importantes recopilaciones antológicas.
El 17 de agosto pasado, día en que compartimos la cena con Guidon Kremer, don Samuel contó que cuando estudiaba en México tocaba violín, pero como se lo robaron, nunca más se dedicó a ese instrumento. Gracias amigo.